lunes, 3 de diciembre de 2012

Mimicuentos

http://es.scribd.com/doc/7018218/CortazarJulioMinicuentosdeCronopios
http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/anderson/eai.htm

viernes, 23 de noviembre de 2012


Las Funciones de Propp
Shrek 2

1.- Alejamiento. En este caso se puede percibir el distanciamiento como pareja de la relación de Shrek y la princesa Fiona, esto a raíz de la invitación al reino de muy muy lejano. De hecho un poco más objetivamente, sería que al saber que se necesitaba la aprobación (bendición) del Rey, para dar por hecho el casamiento, o simplemente el hecho de conocer a los suegros; y una vez estando allá, el rechazo de la relación por parte del Rey fue un detonador.
2.- Prohibición. Esta sería resaltada por la actitud del Rey, y especificada por el Hada Madrina de los cuentos que dice “Los ogros no viven felices por siempre”.
3.- Transgresión. Evidentemente Shrek y Fiona, se casaron.
4.-
Interrogatorio. En este punto el antagonista (El Hada Madrina de los cuentos) se pone en contacto el héroe (Shrek).
5.- Información. El Hada Madrina de los cuentos, se entera de que la Princesa Fiona se casó con Shrek, cosa que le resulta desconcertante ya que se suponía que quien se casaría con ella sería el Príncipe Encantador (su hijo).
6.- Engaño. El Rey, en complicidad con el Hada Madrina de los cuentos, formula un plan para deshacerse del ogro Shrek; ya que le hace la invitación para ir de casería de una forma representativa de aceptación, pero todo era una mentira, una farsa, lo dirigía hacia una mañana desafortunada, había contratado previamente los servicios de un asesino de ogros.
7.- Complicidad. Como en el punto anterior una complicidad es la de el Hada Madrina de los Cuentos y el Rey, quien accede bajo imposición.
8.- Fechoría. El Hada Madrina de los Cuentos pretende que el Príncipe Encantador suplante la identidad de Shrek, ya que este bebió una pócima que cambia su aspecto y que la princesa Fiona no reconocería. Así como también, que Shrek crea que ella está con otro porque él es un ogro y ella una princesa.
9.- Mediación. El Hada Madrina de los cuentos hace que Shrek observe como la Princesa Fiona supuestamente se compromete con otra persona; y le plantea que si en verdad quiere a Fiona, que la deje ir.
10.- Aceptación. Shrek asume que el Rey y la Reina aprueban al Príncipe Encantador y que la Princesa estará con el hombre con quien ha soñado. Y por que “ama” a la Princesa, la dejara ir.
11.- Partida. Una vez que Shrek decepcionado porque el esfuerzo por agradarle a los padres de la Princesa fue en vano y el sacrificio de su felicidad por el de ella. Simplemente empieza su marcha.
12.- Prueba. Shrek tiene que evitar que el Príncipe Encantador bese a la princesa.
13.- Reacción del Héroe. Asume la responsabilidad de evitar el beso. Después de descubrir los planes del Hada Madrina de los Cuentos, es privado de su libertad junto con sus compañeros por montar un burro-corcel a exceso de velocidad y potación ilegal de arena para gatos.
14.-
Recepción. Shrek recibe la poción de “Felices para Siempre”, después de haberla obtenido en la fábrica de brujos y pociones del Hada Madrina de los cuentos, brindándole la transformación humana.

15.-
Desplazamiento. Una vez que el ogro hubo enfrentado el terrible asalto del Gato con Botas, un mercenario cuyos servicios fueron contratados por el Rey para la exterminación del ogro, acción frustrada por un incidente del gato, una bola pelos; entonces al darse cuenta de que tenía que hacer algo para que fuera feliz la princesa, emprende la búsqueda de la oficina del Hada Madrina de los Cuentos quien diera solución a su problema.
16
Combate. Este enfrentamiento se da en cuestión de que el Hada Madrina de los cuentos compara la relación entre la Princesa Fiona y él, con el estante de los cuentos de hadas, cual reacción defensiva ante tal trato prepotente.
Otro enfrenamiento se da cuando Shrek aparece al rescate del bien amado para evitar el beso.
17.- Marca. Un nuevo héroe, el Rey es reducido a simples ropajes de los cuales emerge, el hechizo revertido, transformado en lo que una vez fue, un sapo verde y feo.
18.- Victoria. En el primer enfrentamiento al final obtiene lo que buscaba, una pócima que le diera la apariencia   y la felicidad que anhela. En el segundo, del Hada Madrina de los Cuentos, se redujo solo a una varita y anteojos.
19.-.
Reparación. El Rey aunque había accedió a darle una pócima más a la princesa, una pócima que haría que se enamorara de la primera persona que besará, este rectifico su decisión y opto por no hacerlo, así como finalmente da la bendición de aprobación para la relación de Shrek y la Princesa Fiona; mientras tanto Shrek aparecería para que su princesa lo identificase y evitar que besara al Príncipe Encantador.
20.-
. La vuelta. Shrek al descubrir la intención del Hada Madrina de los cuentos, se replanteó la decisión de dejar ir a su princesa, y se lanzó al rescate de su amada.
21.- Persecución. Una vez descubierta el Hada Madrina de los cuentos,   Shrek apresuró su camino al reino, cosa que resultó contraproducente ya que fue detenido por las fuerzas armadas medievales, y encarcelado.
22.- Socorro. Shrek, burro y el gato son auxiliados por los demás amigos (Jengibre, el lobo, pinocho, los 3 cochitos, y los ratones ciegos), son rescatados y liberados de prisión.
23.- Regreso de Incognito. Shrek, después de haber bebido la poción volvió con una nueva imagen, como humano y no como ogro, al reino en busca de la Princesa, pero ésta al estar confundida por el cambio inesperado de su apariencia y con intervención del Hada Madrina de los Cuentos en complicidad con el Rey, lo confundió con el Príncipe Encantador quien envolvió a la princesa.
24.- Fingimiento.- El Príncipe Encantador, asume el papel de Shrek.
25.-
Prueba. Para Shrek, fue el asimilar que tenía que dejar que la princesa fuera feliz con otro, dejarla ir.
26.-
Tarea cumplida. Al darse cuenta que todo era una usurpación, literalmente, decide evitar ese suplantación.
27.- Reconocimiento. Shrek, principalmente es aceptado por el Rey, por que al final de cuentas todo es a raíz del Rey; mientras tanto la princesa lo valora por lo que es.
28.-.
Descubrimiento Del Príncipe Encantador es evidenciado su farsa, del Hada Madrina de los Cuentos es accidentalmente destruida tras el enfrentamiento tras saberse sus verdaderas intenciones. Y el Rey, solo acepta la verdad a medias.
29.- Transfiguración.- Shrek, pasa de ser el ogro a   un “humano” al igual que la princesa, y finalmente se convierten en ogro. El rey en cambio, sufre cambios, se convierte en sapo, revertiendo esa misma pócima que un día bebió.
30.- Castigo.- El Hada Madrina de los cuentos se desintegra con su propio hechizo, mientras que el Príncipe Encantador, se queda sin su mamá, sin la princesa y con un admirador-a; el Rey, vuelve a su forma original, un sapo.
31.-.
Matrimonio: Es la simbolización del triunfo, de que el bien gana sobre el mal, y esta representado con la fiesta final.

SHREK 2 Pelicula Completa | PeliculasHoy.Com

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martes, 20 de noviembre de 2012

Reescritura de Hansel y Gretel


“La madrastra buena”
Hansel  y Gretel eran los hijos de un leñador muy bueno y trabajador. Ellos vivían sólo con su padre ya que, su madre había muerto hacía ya varios años.
Yo era la dueña de una pequeña tienda  en el centro del pueblo donde Juan, el padre de los niños, realizaba las compras semanales. Así fue como comenzó una relación amistosa y luego nos enamoramos.
Después de un tiempo de conocernos, Juan me propuso que fuera a vivir  con él y sus dos hijos a su casa. Como yo vivía sola me pareció una buena idea. Además, Hansel  y Gretel parecían adorables.
Cuando me fui a vivir con ellos, vendí mi casa, sólo me quedé con el negocio y con el dinero de la venta ampliamos y refaccionamos la vivienda de Juan, ya que era muy pequeña y humilde.
Al principio, la convivencia era buena, pero al tiempo me di cuenta que los hijos de mi pareja eran dos manipuladores. Los pequeños de seis y ocho años inventaban a su padre toda clase de mentiras para obtener lo que querían. Y aunque eso no me parecía correcto, yo no intervenía.
Hasta que un día, esas mentiras me incluyeron, los niños comenzaron a quejarse de mis supuestos maltratos y desprecios ante su padre. Situación que nos llevó a discutir diariamente. Pero, como quería mucho a Juan, traté de complacer en todo a los niños comprando toda clase de regalos para ellos, a tal punto que terminé en la quiebra y tuve que cerrar la tienda.
Como ya no tenía más dinero  para satisfacer los caprichos de esos dos engendros, nuevamente comenzaron los problemas.
Cierto día, Hansel  y Gretel me invitaron a pasear por el bosque, como yo no conocía el lugar y me pareció un lindo gesto de parte de ellos, ingenuamente acepté.
Una vez en el bosque me propusieron jugar a las escondidas, me dijeron que contara hasta cien tapándome los ojos sin espiar y que luego saliera a buscarlos. Así lo hice, pero cuando recorrí el lugar no los encontré  por ningún lado, grité sus nombres hasta quedarme sin voz.
Luego de un rato me di cuenta que me habían abandonado en aquel bosque y que seguramente como conocían el lugar  habrían regresado a su casa  y justificarían mi ausencia ante su padre con alguna de sus mentiras. 
fin


lunes, 19 de noviembre de 2012


HANSEL Y GRETEL




 



HERMANOS GRIMM




Había una vez un leñador muy, muy pobre que vivía junto a un enorme bosque con su esposa y sus dos hijos: un niño y una niña. El niño se llamaba Hansel, y la niña, Gretel. Siempre andaban faltos de todo y llegó un día en que la cosecha fue tan escasa que el leñador ni siquiera tenía suficiente comida para dar a su familia el pan de cada día. Cierta noche en que no podía dormirse, tantas eran sus preocupaciones, despertó a su esposa para hablar con ella.
¿Qué va a ser de nosotros? -le dijo-. ¿Cómo vamos a alimentar a nuestros hijos si ni siquiera hay bastante para los dos?
-Te diré lo que podemos hacer, esposo mío -respondió la mujer-. Mañana temprano llevaremos a los niños a la parte más espesa del bosque, encenderemos una hoguera y les daremos un trozo de pan, luego nos iremos a trabajar y los dejaremos allí solos. No podrán encontrar el camino de vuelta a casa y nos libraremos de ellos.
-No, mujer -dijo el leñador-. Me niego a hacer algo así. ¿Crees acaso que tengo el corazón de piedra? Los animales salvajes los olerían enseguida y los devorarían.
-¡Qué tonto eres! -exclamó la mujer-. Entonces, ¿qué hacemos? ¿Nos morimos de hambre los cuatro? Muy bien, no lo hagamos, pero entonces vete cortando madera para hacer cuatro ataúdes -dijo, y no lo dejó tranquilo hasta que consiguió convencerlo.
Los niños, que no podían dormirse a causa del hambre, escucharon las palabras de su madrastra. Gretel se puso a llorar amargamente.
-Estamos perdidos -le dijo a su hermano. -No -dijo Hansel-. No tengas miedo, encontraré la manera de escapar.
Y en efecto, en cuanto oyó roncar a sus padres, se levantó, se puso el abrigo y salió por la puerta de atrás. Era noche de luna llena y las piedrecitas que había a la entrada de la casa brillaban como si fueran de plata. Hansel se agachó y cogió cuantas le cabían en los bolsillos. Luego volvió a entrar.
-Tranquilízate, mi querida hermana -le dijo a Gretel-, y vete a dormir. Dios no nos abandonará -dijo, y se metió en la cama de nuevo.
Al día siguiente, antes incluso de que saliera el Sol, la mujer se acercó a despertar a los niños.
-¡Arriba, perezosos, nos vamos al bosque a cortar leña! -dijo y les dio a cada uno un trozo de pan-. Aquí tenéis, para desayunar. Y no os lo comáis todo que no hay más.
Gretel metió los dos trozos en su abrigo, puesto que Hansel tenía los bolsillos llenos de piedrecitas. Al cabo de unos minutos, emprendieron la marcha.
Después de caminar un trecho, Hansel se detuvo y miró hacia la casa, maniobra que repetía cada cierto tiempo.
-¡Hansel! -le dijo una de ellas su padre-. ¿Qué estás mirando? No te quedes atrás, podrías perderte.
-Estaba mirando a mi gato, que me saludaba con la pata desde el tejado -dijo Hansel.
-Pero qué burro eres -intervino la mujer de su padre-. No es tu gato, es el Sol, que se refleja en la chimenea.
Pero en realidad Hansel no había visto a su gato, ni siquiera se había fijado en la casa; se volvía de espaldas para dejar caer una piedrecita blanca.
Al llegar a la parte más densa del bosque, el padre dijo:
-Ahora, hijos, id a buscar leña, voy a encender un fuego para que no os quedéis fríos.
Hansel y Gretel reunieron leña suficiente para hacer una pila del tamaño de una pequeña colina. Su padre le prendió fuego y en el momento en que comenzó a arder, fue la mujer la que se dirigió a los niños:
-Ahora tumbaos junto a la hoguera, niños. Vuestro padre y yo vamos a cortar leña. Cuando terminemos, vendremos a buscaros.
Hansel y Gretel se sentaron junto al fuego y a mediodía comieron sus trozos de pan. Oían los golpes del hacha, de modo que pensaban que su padre estaba cerca. Sin embargo, no se trataba del hacha. El leñador había atado una rama a un árbol y el viento hacía que golpeara contra el tronco seco del mismo. Como llevaban mucho tiempo allí quietos, acabaron por cerrárseles los ojos y se quedaron dormidos. Cuando despertaron era noche cerrada. Gretel empezó a llorar.
-¿Cómo vamos a salir de este bosque? -decía.
Hansel la consoló.
-Vamos a esperar a que la Luna esté en lo alto del cielo -le dijo- y encontraremos el camino.
En efecto, cuando la Luna comenzó a elevarse en el cielo, el niño cogió a su hermana de la mano y los dos siguieron el camino que les señalaban las piedras blancas. Caminaron durante toda la noche y al amanecer llegaron a su casa. Llamaron a la puerta y les abrió su madrastra, diciendo: -Niños, qué malos sois. ¿Por qué habéis dormido durante tanto tiempo? Ya pensábamos que no volveríais.
El leñador, sin embargo, se alegró muchísimo de ver a sus hijos. Su conciencia no le había dejado dormir.
Pero los tiempos de escasez no habían pasado y los niños, desde su cama, volvieron a oír una conversación entre su padre y su mujer.
-Ya nos lo hemos comido todo, sólo nos queda media hogaza de pan. Tenemos que deshacernos de los niños. Esta vez los llevaremos más lejos, para que no puedan encontrar el camino de vuelta. No hay otra manera de salvarnos.
El leñador sintió un gran peso en el corazón. "Preferiría compartir con ellos lo poco que nos queda", se dijo, pero sabía que su esposa no escucharía sus argumentos y se limitaría a burlarse de él. El hombre que cede una sola vez está acabado, y como el leñador había cedido anteriormente, ahora se veía obligado a hacerlo de nuevo.
Pero como los niños estaban despiertos y oyeron la conversación, Hansel se levantó en cuanto sus padres se quedaron dormidos. Pretendía salir para recoger piedrecitas, como la vez anterior, pero en esta ocasión la mujer había cerrado la puerta con llave y el niño no pudo salir. Sin embargo, consoló a su hermana diciéndole:
-No llores, Gretel, y sigue durmiendo. Seguro que Dios nos ayuda.
A primera hora de la mañana, la mujer fue a despertar a los niños. Estos recibieron un trozo de pan cada uno, un trozo todavía más pequeño que en la anterior ocasión. Hansel lo partió en miguitas, y mientras se dirigían al bosque las iba echando por el camino.
-Hansel, ¿por qué te paras y miras hacia atrás? -le preguntó su padre.
-Estoy mirando a mi paloma, que está sobre el tejado, saludándome con las alas -dijo Hansel.
-¡Tonto! -dijo la mujer-. No es tu paloma, es el Sol, que se refleja en la chimenea.
La mujer los condujo a lo más profundo del bosque, más lejos que nunca, a un lugar en el que jamás habían estado. Volvieron a encender una hoguera, y la mujer dijo:
-Sentaos ahí, niños, y dormid si estáis cansados. Nosotros vamos al bosque a cortar madera. Volveremos por la tarde, cuando hayamos terminado.
A mediodía, Gretel compartió con Hansel su trozo de pan, puesto que éste había ido echando el suyo sobre el camino. Después se quedaron dormidos. Pasó la tarde, pero nadie fue a buscar a los pobres niños, que, por otra parte, no se despertaron hasta bien entrada la noche.
-No te preocupes -dijo Hansel consolando a su hermana-, en cuanto salga la Luna podremos ver las migas de pan que he ido dejando por el camino y así encontraremos el camino de vuelta a casa.
Salió la Luna por fin, pero los niños no pudieron encontrar el camino, pues los miles de pájaros que habitan en los bosques se habían ido comiendo las migas que Hansel había dejado.
-No importa -le dijo el niño a su hermana-, ya encontraremos la forma de regresar.
Desgraciadamente, esto no fue posible. Anduvieron durante toda la noche y todo el día siguiente, pero no pudieron encontrar un camino por el que pudieran salir del bosque. Pasaron mucha hambre, pues no encontraron nada de comer aparte de algunas bayas. Al final del día se encontraban tan agotados que sus piernas se negaban a seguir sosteniéndolos por más tiempo, de manera que se tumbaron debajo de un árbol y se durmieron.
Al tercer día desde que abandonaran la casa de su padre, volvieron a ponerse en marcha, pero sólo consiguieron internarse en el bosque cada vez más.
Pronto se percataron de que si no encontraban ayuda, muy pronto acabarían por perecer. A eso del mediodía vieron un precioso pájaro blanco posado en una rama. Tan dulce era su canto que se detuvieron a escucharlo. Cuando terminó de trinar levantó el vuelo y aleteó frente a ellos. Los niños lo siguieron, llegando a un casita sobre la que el pájaro se posó. Al aproximarse más a la casa, comprobaron que estaba hecha de pan y cubierta de pasteles, mientras que la única ventana que tenía era de azúcar transparente.
-¡Por fin podremos comer! -exclamó Hansel-. Yo comeré un poco del tejado, Gretel, y tú puedes comerte una parte de la ventana, seguro que está muy dulce -dijo, y estiró las manos para romper un trozo de tejado con el fin de probarlo. Gretel se acercó a la ventana y comenzó a lamerla.
En ese momento, se oyó una aguda voz que provenía del interior:
-Vaya, vaya, ratoncita. ¿Quién se come mi casita?
Los niños respondieron:
-La hija del cielo, señora, la tempestad, segadora.
Y siguieron comiendo sin inquietarse. Hansel, a quien le gustó mucho el techo de la casa, cogió un pedazo bien grande, mientras que Gretel tomó el panel de la ventana y se sentó para disfrutar más cómodamente de él. De repente, se abrió la puerta y se asomó por ella una anciana apoyada en un bastón. Hansel y Gretel se asustaron tanto que dejaron caer lo que tenían en las manos. La anciana, sin embargo, hizo un gesto con la cabeza y dijo:
-¡Oh, qué bien, unos niños! ¿Quién os traído hasta aquí, queridos? Pasad y sentaos conmigo, no tengáis miedo.
Cogió a ambos de la mano y los metió en su casa, dándoles una deliciosa comida: leche, pasteles azucarados, manzanas y nueces. Cuando terminaron se encontraron con que había dos preciosas camitas preparadas para ellos. Nada más meterse en la cama, Hansel y Gretel se quedaron dormidos como benditos.
La anciana se había comportado como la más amable de las anfitrionas, pero en realidad era una vieja bruja que había seguido muy de cerca a los niños pues debéis saber que las brujas tienen los ojos de color rojo y son cortas de vista, aunque, para compensar, y como los animales, tienen un sentido del olfato muy desarrollado, especialmente para oler a los humanos; de hecho, sólo había construido la casita de pan con la intención de atraparlos en sus redes. Siempre que alguien caía en su poder, lo mataba, lo cocía y se lo comía en un gran banquete.
-Ya los tengo, ahora no se me pueden escapar -se dijo la bruja en cuanto los vio dormidos.
Por la mañana temprano, antes de que los niños se despertaran, lo primero que hizo la bruja fue ir a ver su próximo manjar. Al ver sus rosadas mejillas, sus tiernas carnes, no pudo reprimir una sonrisa.
-Serán un bocado exquisito -se dijo y cogió a Hansel para llevarlo al establo, donde lo encerró.
Luego regresó a buscar a Gretel y la sacudió hasta despertarla.
-Levántate, perezosa, ve por agua y haz algo de comida para tu hermano. Cuando engorde, me lo comeré.
Gretel se echó a llorar, aunque de poco le sirvió, porque sabía que no le quedaba más remedio que hacer lo que la bruja ordenaba.
Prepararon una magnífica comida para el pobre Hansel. Gretel, sin embargo, sólo comió conchas de cangrejo. Todas las mañanas, la vieja bruja se acercaba al establo.
-Hansel -le llamaba-, saca un dedo para que vea cómo engordas.
Pero Hansel siempre sacaba un hueso que la bruja, que veía muy, muy mal, confundía con uno de los dedos del niño, preguntándose por qué tardaba tanto en engordar. Al cabo de cuatro semanas perdió la paciencia.
-¡Gretel! -llamó a la pobre niña-. Ve por agua. No me importa que esté delgado, mañana me como a Hansel.
Gretel no podía dejar de llorar.
-¡Dios mío, ayúdanos! -decía mientras cogía el agua-. Si por lo menos nos hubieran devorado los animales del bosque, habríamos muerto juntos.
-Deja de quejarte -le dijo la bruja-, de poco te va a servir.
Por la mañana temprano Gretel tuvo que salir a encender el fuego para calentar el agua.
-Primero prepararemos el pan -dijo la bruja-. Ya he calentado el horno y hecho la masa -dijo, empujando a Gretel hacia el horno, del que salían enormes llamas-. Ahora métete dentro y mira a ver si está lo bastante caliente para hacer el pan.
En realidad, lo que la bruja pretendía era cerrar el horno en cuanto Gretel estuviera dentro, porque también quería comérsela a ella aquel mismo día. Pero Gretel se percató de sus intenciones.
-No sé qué hacer, ¿cómo entro?
-¡Estúpida! -se quejó la bruja-. ¿No ves que la puerta es lo bastante grande? Mira, hasta yo cabría en él -dijo, acercándose al horno y metiendo en él la cabeza.
En cuanto Gretel vio que la vieja metía la cabeza, le dio un empujón y la bruja cayó dentro del horno. Gretel cerró la puerta de hierro y corrió el cerrojo.
¡Cómo gritaba la bruja! Fue horrible, pero Gretel salió corriendo, dejando que muriese miserablemente.
La niña se dirigió a buscar a su hermano, abrió la puerta del establo y llamó:
-¡Hansel, somos libres, la bruja ha muerto!
Hansel salió del establo como un pájaro enjaulado cuando abren su prisión.
Cómo se abrazaron y besaron y se regocijaron de ser libres por fin. Como ya no había ningún motivo para seguir sintiendo miedo, entraron en la casa y allí encontraron, en todos los rincones de la sala, cajas de perlas y piedras preciosas.
-Son más bonitas todavía que las piedras blancas -dijo Hansel y se llenó los bolsillos con ellas.
-Yo también quiero llevarme algo a casa -dijo Gretel, y vació un cofre en su delantal.
-Bueno, pero ahora vámonos -dijo Hansel-. Alejémonos del bosque de las brujas.
Después de caminar durante horas, llegaron a un gran lago.
-Por aquí no podemos pasar -dijo Hansel-. No hay ningún puente.
-Ni tampoco ningún transbordador -añadió Gretel-, pero mira, ahí hay un pato. Voy a ver si puede ayudarnos.
Y lo llamó del siguiente modo:
-Mi señor don pato, venga usted aquí, que yo de este lago no puedo salir. Le falta algún puente que ayude a cruzar. ¿Y sobre su lomo?, ¿nos podría llevar?
El pato nadó hacia ellos. Hansel montó sobre su lomo y tendió la mano a su hermana.
-No -dijo Gretel-, pesaríamos demasiado y no podría con nosotros. Tenemos que cruzar por separado.
Y, en efecto, así lo hicieron. Al otro lado del lago el bosque les resultaba familiar, y al cabo de un trecho vieron la casa de su padre en la distancia.
Echaron entonces a correr y entraron con estrépito, abrazándose a su padre con alborozo. Su mujer había muerto, pero no era esto lo que más había preocupado al hombre, que no había vivido una sola hora de tranquilidad desde que abandonara a sus hijos en el bosque. Gretel sacudió su delantal y las perlas rodaron por la estancia, mientras Hansel sacaba de sus bolsillos un puñado de piedras preciosas tras otro. Gracias a ellas terminaron sus penurias y pudieron vivir felices para siempre.
FIN
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